Hace poco escuché un chiste que decía que, cuando éramos jóvenes, nos enseñaban a no hablar con desconocidos, a no darles nuestros nombres y a no subirnos nunca a un coche con ellos. Ahora que somos mayores, usamos aplicaciones como Uber con nuestros nombres y direcciones reales para pedirles a desconocidos que vengan para que podamos subirnos a un coche con ellos. La sabiduría del chiste y su núcleo de verdad es que nuestra identidad es importante y se debe proteger. Si bien los tiempos modernos y las tecnologías han introducido medios y métodos para hacer que nuestras vidas sean más simples y fáciles, también han expuesto nuestras identidades y todos hemos acordado libremente este uso.
El artículo principal, «La versatilidad en el robo de identidad», tiene una perspectiva intrigante acerca de cómo nunca ha sido más fácil reunir tanta información sobre las identidades de desconocidos. La proliferación de las redes sociales ha sido de gran ayuda para las agencias de control legal, y una pesadilla para la privacidad individual. Un caso reciente es en el que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), localizó a un presunto pirómano de Filadelfia acusado de haber encendido un coche de policía durante las protestas en aquella ciudad. El FBI buscó en las fotos publicadas en línea relacionadas con el incidente e identificó un tatuaje en la persona y una camiseta con una inscripción específica, que sólo se vendía a través de Etsy. Un comprador de camisetas de Filadelfia dejó un comentario. El FBI buscó en Google el nombre de usuario del comentarista y encontró resultados que llevaron a un perfil en LinkedIn. El perfil indicaba su empleo en una empresa de masajes. En el sitio web de la empresa había una foto de uno de sus empleados (el sospechoso) con el nombre del individuo. El individuo posteriormente fue arrestado y acusado.
Tan fascinante como resulte este relato, conlleva fuertes preocupaciones sobre cuánto de nuestra identidad hemos dejado en la esfera pública y las preocupaciones de privacidad que el hecho debería plantear. La facilidad con la que el FBI localizó a un presunto pirómano puede ser duplicada por los que tienen nefastas intenciones. La vigilancia por parte del individuo es sumamente relevante, y se requiere vigilancia de los profesionales de prevención de delitos financieros para proteger la información que se les ha confiado.
Al contemplar las implicaciones de cómo nuestra identidad está expuesta, lea una propuesta para disminuir el lavado de dinero por medio de la eliminación del efectivo, o una mirada a los cajeros automáticos de criptomonedas y cómo podrían ser regulados, o los continuos esfuerzos para mejorar el régimen de antilavado de dinero de Panamá.
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Karla Monterrosa-Yancey, CAMS
editora en jefe
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